OFICIOS ANCESTRALES QUE HOY SE MANTIENEN VIVOS GRACIAS A LOS ARTESANOS DEL SIGLO XXI
Hay oficios que, gracias a la maestría, la tradición y la herencia, se han convertido en arte. Un arte que va más allá del que se puede encontrar en los museos, las galerías o las fachadas de edificios ancestrales.
Y que perdura con el paso de los años gracias a los artesanos contemporáneos, que mantienen viva la esencia de la vieja escuela. oficios que están en riesgo de desaparecer, pero que a través del Turismo Comunitario podemos rescatar viejos saberes para salvarlos de la extinción.
Pero no solo los sabios ancianos son los que trabajan a diario para asegurar la supervivencia de sus oficios. En otros espacios es posible hallar gente joven que, desde la academia o la práctica misma, ayuda con su conocimiento a la conservación de actividades que ya no son tan populares como en otros tiempos.
Artesanía ancestral a nuestros días
Labrar objetos artísticos en plata, oro u otros metales preciosos es un oficio ancestral que se viene haciendo desde antes que los españoles conquistaran América.
En su estilo literario, el cronista Pedro Cieza de León narra la salida del conquistador Jorge Robledo desde la población de Santafé de Antioquia, en las orillas fogosas del río Cauca, hasta llegar a las no menos calurosas tierras del norte del Valle, en las orillas del río La vieja. Cieza de León nos acerca a los padecimientos de los conquistadores cuando subieron desde el Cauca hacia unas tierras de neblina en las que los contornos de los hombres y las cosas se desdibujaban hasta alcanzar la inconsistencia de los fantasmas.
Siguiendo la crónica del informador descubrimos que cuando Robledo y Badillo arribaron al poblado Tapasco de Chiricha descubrieron unos cercos de guadua agitados por el viento, en cuyos extremos destacaban cráneos humanos. A esos cercos de guadua coronados por la imagen de la muerte los llamaron “Quinchos”, vocablo que acabó por convertirse en el nombre de una población clave en el poblamiento del occidente de lo que hoy es el departamento de Risaralda, Quinchía.
A su paso, las huestes conquistadoras oyeron hablar de ricos tesoros enterrados por los indígenas en cuevas naturales o en socavones cavados por ellos en los cerros que circundan el lugar.
HISTORIA DE LA FILIGRANA
El arte de la filigrana es antiquísimo: inicia en los albores de la civilización de Medio Oriente. Los primeros objetos antiguos que presentan decoraciones en filigrana son del 2500 a.C.
Para hablar de filigrana y de cómo esta técnica se ha arraigado a las comunidades artesanales del país, es fundamental hablar de los inicios de la joyería en Colombia, que históricamente puede dividirse en dos etapas.
ETAPA PRECOLOMBINA
La primera etapa es la precolombina, que corresponde a las piezas de orfebrería que desarrollaron las culturas que poblaron inicialmente el país como la Tumaco, Calima, San Agustín, Tierradentro, Tolima, Nariño, Quimbaya, Sinú, Tairona o Muisca.
En esta época, como indica Mario Reina del Proyecto Nacional de Joyería de Artesanías de Colombia, “se puede hablar de la microfundición, una técnica que consistía en fundir los metales en moldes, utilizando miel u otro tipo de materiales orgánicos para hacerlo.” De igual forma, es de resaltar que estas culturas hacían uso de otras tecnologías como “la tumbaga, la fundición a la cera perdida, la falsa filigrana o el dorado de los objetos”
ETAPA DE LA CONQUISTA
La segunda etapa, surge con la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, ya que se gestan nuevas formas de producir joyería en todo el territorio de Nueva Granada.
Es a partir de este momento, en el que la filigrana se comienza a desarrollar. Sin embargo, como asegura Mario, algunas culturas precolombinas como La Tolita, que habitó el sur del país, “trabajaba el hilo de oro y plata pero, no entorchado sino estirado”.
Posterior al periodo de la Conquista y de la conformación de una nueva sociedad de la que españoles, esclavos, indígenas y mestizos hacen parte, la labor del artesano sobresale, y con la existencia en grandes cantidades de oro, plata y otro tipo de metales y piedras preciosas en Nueva Granada, orfebres españoles e italianos llegan para vivir y producir principalmente con estos materiales, elementos de carácter religioso debido a la “necesidad de propagar la cristiandad”, convirtiéndonos en de esta forma, en los principales promotores de la joyería dentro del territorio.
UNA TÉCNICA QUE LLEGA PARA QUEDARSE
La filigrana es una técnica en la que se tejen diminutos hilos de oro o plata para formar diversas piezas de joyería y a Colombia llega de la mano de los españoles y la importancia de esta técnica en el país, se debe a que diferentes comunidades la adhieren a sus prácticas artesanales y la fortalecen.
A nivel mundial el oficio de la filigrana aparece hace 3 mil años antes de Cristo y se puede encontrar en diferentes partes. “Al norte de Italia se trabajaba lo que se conoce como ‘tomatillos’; los fenicios trabajaban otro tipo de hilo entorchado, al igual que los griegos y los egipcios, pero son los fenicios quienes se encargan de ir de un lugar a otro, transmitiendo la técnica, sus productos y conocimientos a las colonias romanas y a territorios de la Península Ibérica como España y Portugal”, agrega Mario.
En América Latina, la filigrana llega a países como México, Perú, Ecuador o Argentina, entre otros, pero en Colombia la técnica comienza a diferenciarse, debido a la mezcla entre los conocimientos indígenas, las técnicas africanas y la experticia del maestro joyero europeo. Una mezcla que logra mejorar la producción de piezas de filigrana en el país.
Si hablamos de los lugares en los que la tradición de la filigrana se ha adherido a la piel de los artesanos, encontramos a Santa Fe de Antioquia, Ciénaga de Oro, Mompox, Quibdó y Barbacoas, principalmente. Territorios llenos de historia que seguiremos recorriendo para descubrir cómo con oro y plata se construye nuestra Colombia Artesanal.
En Risaralda este oficio lo desarrolla en el Municipio de Quinchía, Arte y Joyas Xixaraca Joyas y Tesoro, Filigrana 100% hecho a mano, en su taller podemos disfrutar de un recorrido interactivo donde aprendemos el paso a paso de este proceso:
Se inicia con la compra del metal por parte del joyero. Un aspecto curioso a resaltar es que en la época de la colonia, el oro se compraba en “quinto real”, un impuesto que se pagaba a la corona por el oro extraído en el territorio. Actualmente, en Santa Fe de Antioquia todavía se mantiene esta medida.
Por otra parte, el kilataje responde a la pureza del oro, siendo 24 el máximo nivel. El oro al momento de ser extraído tiene 22 kilates, por lo que los joyeros deben purificarlo para dejarlo de 24 kilates, inicialmente, y luego hacen una aleación para dejarlo a 18 kilates, la medida ideal para poderlo trabajar.
Después del alistamiento del metal, se procede a su fundición. Se vierte en unas hileras metálicas para formar una especie de lingotes que pasan a una máquina llamada laminadora, “el alma de la joyería”, agrega Mario, para convertir el metal en hilos. Para lograr la ductilidad de los hilos, estos se calientan con un soplete hasta obtener un color rojizo.
Cuando el joyero tiene en sus manos el hilo, se pasa a una herramienta llamada “hileras”, que viene en diferentes diámetros para poder estirar y adelgazar el material hasta dejarlo muy fino. Un trabajo físico importante en el que el joyero hace uso de su fuerza para lograr el resultado ideal en cada una de sus piezas.
Estos hilos son adecuados al tipo de la pieza que el joyero desea realizar. Por ejemplo, en el Pacífico y Mompox se acostumbra a dejar el hilo en 0.25 o 0.30 micras, mientras que en Santa Fe de Antioquia logran dejarlo entre 0.15 y 0.18 micras.
Luego, el joyero aplana en el rodillo plano del laminador, uno de los hilos torcidos para crear la estructura de la pieza, dejando libres los espacios en los que se rellenará con los hilos de filigrana.
Después se realiza el “entorchado”, que consiste en unir “los dos extremos de un hilo para permitir la elaboración de un trenzado manual con la ayuda de dos tablas de madera”. Un trabajo arduo que requiere de la experticia y la fuerza del joyero, ya que por ejemplo, se deben realizar varios golpes con diferentes tablas y volverlo a pasar por el laminador para mejorar la textura.
Al tener el hilo entorchado, se procede a rellenar el armazón y a soldar la pieza para ajustar cada una de las delicadas partes que dan como resultado una joya que perdurará por años y con ella la creatividad y la perfección de la técnica y el oficio.
Finalmente, se calienta la joya para unir todas las piezas, se desoxida con piedra alumbre o sal decapante, se brilla y nuestro joyero obtiene una hermosa pieza de filigrana como esta:
La destreza de nuestros orfebres y joyeros que de generación en generación se han dedicado a la filigrana, los lleva a crear piezas que brillan con el encanto de sus tradiciones, con el aroma, las texturas y las expresiones de sus territorios para regalarle a esta Colombia Artesanal momentos de orgullo y amor por lo nuestro, por nuestra artesanía.
Fuente: Arte y Joyas Quinchía: Asociación Los Cerros Joyeros. Xixaraca Joyas y Tesoros.
Fuente: Entrevista: Mario Reina – Proyecto Nacional de Joyería, Artesanías de Colombia
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