EXPLORANDO EL TERRITORIO DEL EJE CAFETERO (Parte 4)

“El país evoluciona desde pequeñas unidades minifundistas hasta convertirse en una economía cafetera. De modo que los ideales de un pueblo se suceden como variaciones en la concentración del poder derivado del cultivo del café.”

Al menos hasta la primera mitad del siglo XX, la historia cafetera es el mejor recurso para comprender la geopolítica de Colombia. Diferentes identidades regionales y la evolución de los conflictos políticos fueron el resultado del modo de producción sindicado a la economía cafetera. Todos los sectores económicos que han participado en la historia cafetera (individuos, organizaciones, instituciones) tomaron decisiones sobre la circulación de su capital o el despliegue de su fuerza de trabajo en un contexto marcado por una profunda tensión entre separarse e irse a donde la tasa de remuneración fuera más elevada, o quedarse, apegados a compromisos pasados, para recuperar valores ya materializados. La manera de resolver esta tensión entre la inmovilidad y el movimiento dentro del espacio geográfico regional es fundamental para entender la historia cafetera del país.

El modelo de la economía del café

Los estudios fundamentales de la economía alrededor del café han confirmado que las alianzas de clase regionales, se establecieron de manera vaga en los territorios, por lo general en la cordillera central de Colombia (aunque no de manera exclusiva o única) y se organizaron a través del Estado, siendo una respuesta necesaria a la inevitable necesidad de defender unos valores ya cristalizados y una coherencia regional estructurada. Las coaliciones propuestas promovieron activamente condiciones favorables para las nuevas formas de acumulación en las regiones. Pero, como se evidencia durante la segunda mitad del siglo XX, estas coaliciones resultaron irremediablemente inestables. No pudieron contener las fuerzas fundamentales que introdujeron, en la segunda mitad del siglo XX, la economía del narcotráfico y el conflicto armado. Lo que proyectaron tales coaliciones fue más bien una interiorización de estas crisis en términos de divisiones entre clases y entre facciones regionales potencialmente explosivas. Los límites de estas coaliciones, como de su historia, son porosos y están sujetos a modificación.

La implantación y consolidación de una economía mono exportadora constituye una etapa de singular importancia para la consolidación de una nación. En un contexto de fragmentación política creciente y en una geografía regional socialmente dispersa, como en los tiempos de la transición del siglo XIX al XX en Colombia, liberales y conservadores luchaban por imponer su hegemonía política. El cultivo del café se convirtió en factor importante de las resistencias y sumisiones frente al poder político, y consolidó expresiones de identidad regional y política en un país que carecía de una narrativa homogénea de sus tradiciones. Una expansión progresiva de las fronteras de colonización, la transformación de las formas de propiedad, los procesos de inclusión y exclusión de grupos sociales y los desarrollos de un centralismo político, agudizan los desarrollos mismos de la sociedad colombiana. El país evoluciona desde pequeñas unidades minifundistas hasta convertirse en una economía cafetera. De modo que los ideales de un pueblo se suceden como variaciones en la concentración del poder derivado del cultivo del café.

La economía del Café puede enseñarnos aspectos que superan exclusivamente un renglón importante de la economía nacional. En el caso colombiano, las propias dinámicas de transformación regional, los conflictos políticos y el mismo Estado están relacionados con su devenir. La transformación desde la agricultura y los avances del capitalismo en sus estadios consolidados del siglo XIX replantea el conjunto de la historiografía colombiana con la crónica del café.

En este punto podemos observar tres períodos sobresalientes: la consolidación de la economía del café (1850–1910); el período de auge (1910–1950) y la formación de coaliciones de clase regionales y la inestabilidad de las mismas (1950–2020). El primer período se relaciona con el papel predominante de las haciendas cafeteras; el segundo con la extensión de la agricultura campesina y el tercero con las nuevas expresiones del poder en los centros urbanos. En este punto podemos observar tres etapas sobresalientes: la consolidación de la economía 1930. (1850–1910); el período de auge (1910–1950) y la formación de alianzas de clase regionales y la inestabilidad de las mismas (1950–2010). La primera etapa se relaciona con el papel predominante de las haciendas cafeteras; la segunda con la extensión de la agricultura campesina y la tercera con las nuevas expresiones del poder en los centros urbanos.

La geografía cafetera influye considerablemente en la identidad regional y en los controles del poder político que se manifiestan en los departamentos productores. Las etapas de su evolución no son necesariamente de progreso generalizado. La primera etapa se desarrolla entre 1850 y un poco más allá de la guerra de los mil días que terminó en 1902. Un período marcado por conflictos violentos entre liberales y conservadores. Los hacendados, que contaron entonces con enlaces en Bogotá, se dedicaron a cultivar y producir el café en sus regiones de procedencia. Se fue dando poco a poco el fundamento para una iniciativa exportadora dependiente de hacendados terratenientes. El capital comercial líquido provenía de la minería y el tabaco, y en principio se usaba para la compra de la tierra y luego para el cultivo del café.

Las haciendas cafeteras fueron originalmente una herencia colonial, pequeñas empresas capitalistas que integraron el procesamiento del café a los productos complementarios de una economía relativamente autosuficiente. Sus relaciones con la fuerza de trabajo no quedaban subordinadas a una servidumbre sumisa, sino que alternaba con distintas formas de mano de obra asalariada y productores libres asociados a las haciendas. Estos terratenientes, sin embargo, no tuvieron control sobre la comercialización que dependía, por entonces, de casas importadoras de Europa y los Estados Unidos, que además facilitaban líneas de crédito para sortear las condiciones que podían presentarse a nivel interno.

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Blog viajeros con Entreriosycafe 20200523. Por: Fernando Estrada Investigador, Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales, CIPE, Universidad Externado de Colombia

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