EL PAISAJE CULTURAL CAFETERO. COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA, NO COLONIA ESPAÑOLA.

“Se conoce como “colonización antioqueña” el proceso mediante el cual se colonizaron diversos territorios deshabitados de Colombia situados al occidente del país, y principalmente al sur de Antioquia, en áreas geográficas de los actuales departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío. La colonización antioqueña fue uno de los procesos socioeconómicos más importantes de la historia de Colombia, que inició al finalizar el siglo XVIII y que se extendió hasta comienzos del siglo XX.”

El Paisaje Cultural Cafetero se destaca, en el ámbito mundial, por la profunda identidad cultural que se ha desarrollado alrededor del café y por la existencia de una institucionalidad única que ha construido un capital social estratégico y ha generado sostenibilidad en la actividad productiva. Colombia es el primer exportador mundial de café suave; y la producción del café colombiano, como uno de los mejores del mundo, está directamente asociada al territorio en el que se cultiva y al conjunto de tradiciones y manifestaciones culturales que están ligadas directamente a la caficultura desde hace más de cien años.

La tradición de producción de café en Colombia, cuyos orígenes se trazan en la segunda mitad del siglo XIX, hace que la cultura asociada a este producto, además de única, sea uno de los símbolos más representativos de la identidad nacional y uno de los más notorios en el mundo. Esta cultura, con sus referentes sociales, políticos, religiosos y artísticos, es en gran medida el resultado de la interrelación de dos fenómenos: el proceso histórico de ocupación y aprovechamiento del territorio conocido como colonización antioqueña y el desarrollo de la caficultura como la principal actividad productiva de la región.

Las raíces de la colonización antioqueña se encuentran en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando empiezan a surgir en el actual departamento colombiano de Antioquia grupos de mineros nómadas como resultado de la decadencia de las grandes minas otorgadas por la Corona española. Los nuevos mineros habían optado por dejar la protección del amo para buscar fortuna por su propia cuenta, y se caracterizaban por el uso de la mano de obra familiar y la explotación de minas sin concesión realenga. El auge de la nueva minería generó una migración masiva de mano de obra, lo que debilitó el latifundio en la región y propició una mayor movilidad social.

Las crecientes necesidades de la población generaron una presión sobre la frontera agrícola, que a comienzos del siglo XVIII se expandió desde las zonas aledañas a Medellín, actual capital de Antioquia, hacia tierras más frías y menos fértiles, como las de Marinilla y Rionegro. La escasez de tierras y la menor productividad de la agricultura generaron una crisis que terminó afectando, hacia finales del siglo, todos los sectores productivos de la provincia.

Ante la magnitud de la crisis, el oidor Juan Antonio Mon y Velarde tomó drásticas medidas que dinamizaron notablemente el proceso de colonización, como conceder acceso libre y gratuito a extensiones de tierra limitadas para la fundación de pueblos y colonias agrícolas cerca de los centros mineros, sin atender los derechos previos de los terratenientes. Estas medidas se tradujeron en la fundación de nuevas poblaciones, la apertura de caminos de herradura y el aumento de la producción agrícola. Así, se establecieron los lineamientos del modelo que habría de seguir la colonización de lugares óptimos para la producción de café, como Aguadas, Salamina, Aranzazu, Manizales, Pereira, Quindío y Tolima.

En 1819 se inició la ocupación del territorio cercano a la población de Salamina, que se fundó en 1825. El proceso dio también lugar a pugnas entre los colonos independientes y los concesionarios de tierras con títulos de posesión. López Toro indica que el proceso de colonización antioqueña tuvo un carácter colectivo (1800-1880), gracias al apoyo de la Ley Nacional 61 expedida en 1874 (Fonseca, 1984). Este carácter colectivo contribuyó a la homogeneidad que caracteriza la mayor parte de las poblaciones del Paisaje Cultural Cafetero y que las hace diferentes del resto de procesos de ocupación del territorio en el país y en el mundo.

Durante la colonización, la fundación de poblaciones a distancias relativamente cercanas conformó una red en las dos márgenes del río Cauca que, con el desarrollo de los caminos y ferrocarriles, dieron origen a una sólida red geográfica y cultural para la región, lo cual generó un alto impacto en la cultura y en la economía de todo el país. Durante el proceso de colonización antioqueña, que duró 120 años, se fundaron 86 poblaciones en más de un millón de hectáreas.

De acuerdo con lo anterior, el Paisaje Cultural Cafetero (PCC) articula varios elementos que empezaron a forjarse en el proceso de colonización antioqueña: el café, valorado y reconocido como uno de los mejores del mundo, el trabajo humano en su proceso de producción, recolección, tratamiento y distribución; la tradición familiar; el patrimonio cultural material e inmaterial, y los caminos y paisajes de los poblados. Es un paisaje productivo desde el punto de vista social, económico y cultural; también un paisaje vivo en permanente desarrollo que busca conseguir cada día un mejor producto y una mejor experiencia cultural del café. Es una prueba de la relación que existe entre conservación y desarrollo: la conservación de la tradición y el desarrollo de técnicas de producción sostenibles, que incluyen cultivos diferentes para la subsistencia de las economías familiares.

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Citado en Fonseca, 1984. Expediente Del PCC. Ministerio de Cultura. Blog viajeros con Entreriosycafe 20200429

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