SENTIR RETROCEDER EN EL TIEMPO, ES POSIBLE EN LOS PUEBLOS DEL PAISAJE CULTURAL CAFETERO

Blog viajeros con Entreriosycafe 20200422

Por: Manuel Tiberio Flórez Calderón.

Ese deseo que a todos nos llama a pensar que el pasado siempre fue un escenario mejor, esa mismo intuición que nos permite valorar con esmero el tiempo transcurrido que guardan las viejas casas; sus historias. Ese deseo quizá por un momento pueda hacerse realidad, cuando visitas los pueblos con encanto del Paisaje Cultural Cafetero.

Una vez estas ahí, es posible descubrir la originalidad de su arquitectura y la sorprendente capacidad del bahareque ante el paso de los años; edificios que guardan como secretos, finas capas de pinturas de vivos colores en sus fachadas y balcones, acumuladas por el esmero de varias generaciones.

En sus plazas, la vida transcurre con calma y espontaneidad, casi indiferente al visitante. Allí, o en su “galería” (plaza de mercado), encontrarás coloridos y antiquísimos jeep willys o “chivas”, aparcadas esperando llevarte de la manera más auténtica por las veredas del Paisaje Cultural Cafetero.

Toda una carga de la cultura, historia y tradición, que permanece en el tiempo, es posible encontrarla en municipios como Salamina – o ciudad de la luz, donde nace el reconocimiento del valor patrimonial del PCCC-, Aguadas – donde se conserva viva la producción artesanal del sombrero aguadeño-, Santuario y Salento -escenarios donde convergen el patrimonio natural y arquitectónico-, Filandia –pueblo de bellísima arquitectura y deliciosa oferta gastronómica-, El Cairo -reconocido como uno de los más bellos del Valle del Cauca-, Pijao -denominada ciudad lenta o slow city-, Riosucio -con su histórico carnaval-, y Marsella -donde resalta la belleza arquitectónica de su casa de la cultura-, entre otros pueblos del PCCC. Lugares de ensueño y encanto sin igual, donde quizá encuentres el contraste de la calma y el alboroto de las bellas épocas en que fueron fundados.

Estos pueblos, enmarcados entre valles y montañas, paisajes nutridos de cafetales que parecen colchas de retazos y las fincas del Paisaje Cultural Cafetero; desde donde el caficultor ha tejido históricamente el futuro de toda una región. El tiempo ha permitido conservar la magia intacta de una época en algunos lugares, donde en “día de mercado” podrás ver llegar las cargas de café hasta los comités de cafeteros o las cooperativas de caficultores, donde se gestó con esfuerzo el aroma y sabor del hoy mejor café suave del mundo.

Disfrutar de una buena taza de café, sentado en la mesa que ocupa la plaza del pueblo, a la sombra de los aleros de sus casas; percibir congelado el tiempo mientras hacen paso frente a ti, carros que llevan consigo medio siglo de historias y caminos; es viajar sin saberlo a la raíz de una cultura capaz de permanecer a través de los más sutiles detalles.